El tres de abril del año dos mil quince granizó. Pese al sol, que abrió tras la tormenta, no se desheló. Cuando se acercaron a comprobar el raro fenómeno vieron que no se trataba de hielo sino algún tipo de cristales. Pronto llegaron los medios de comunicación, con ellos los expertos. Tras sesudos análisis y comprobaciones dictaminaron que lo que cubría la mayor parte del país tras la supuesta granizada eran restos de un cometa fraccionado al atravesar la atmósfera; pero no era un cometa al uso, estaba formado enteramente por carbono, una lluvia de diamante.
Pronto dieron el toque de queda, las patrullas salieron a vigilar las calles. Expropiaron patios y tejados, registraron todas las viviendas de la zona. Al que descubrían con algunos puñados era retenido. Pronto la furia se apoderó de la población, salieron con bolsas, cubos y todo tipo de recipientes a recolectar las preciosas piedras. No hicieron falta muchos héroes, pronto se corrió la voz y la gente volvió asustada a sus casas. En algunos pueblos fue peor, la avidez se contagió a los guardianes, poblados enteros fueron masacrados. Las autoridades no daban abasto para la recogida de tantos miles de toneladas de diamantes.
Pronto dieron el toque de queda, las patrullas salieron a vigilar las calles. Expropiaron patios y tejados, registraron todas las viviendas de la zona. Al que descubrían con algunos puñados era retenido. Pronto la furia se apoderó de la población, salieron con bolsas, cubos y todo tipo de recipientes a recolectar las preciosas piedras. No hicieron falta muchos héroes, pronto se corrió la voz y la gente volvió asustada a sus casas. En algunos pueblos fue peor, la avidez se contagió a los guardianes, poblados enteros fueron masacrados. Las autoridades no daban abasto para la recogida de tantos miles de toneladas de diamantes.
Pasaba el tiempo, y la tierra, las cosechas destrozadas por los impactos yacían, yermas. La gente moría de hambre, los guardianes abandonaron sus botines y partían en violenta búsqueda de alimento. El Gobierno decidió importar alimentos, pero ningún país los vendía, convertidos ahora en moneda de cambio. La tormenta generalizada había sido transfronteriza, nada valían ya todas esas piedrecitas.
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