―Pues chica, yo prefería el piso de arriba, aquí huele a pies.
―Sí, pero se está más calentita, y la luz casi no molesta.
―Eso es verdad, siempre con la persiana bajada. Aunque, con la humedad, se resienten mis pobres patitas. La edad, que no perdona.
―Calla, calla, que se acerca un mosquito.
―¡Bah!, se ha ido, la puerta está abierta. Por cierto, hoy es su cumpleaños.
―¿Sí? Espero que su madre le regale unas plantillas.
―Y su padre un desodorante.
[Risas]
―Vamos al suelo, a ver si nos enteramos.
―Vale.
―Cuidado, que entra.
―Ya veo, estamos de suerte.
―¡Zapatillas nuevas!
―Acércate un poco ¿De qué marca son?
―No lo veo bien, ¡vamos!, más cerca.
―¡Mamá! ¡Trae la escoba! ¡He pisado dos arañas!
7 comentarios:
Qué bueno¡¡..sorprendente final. Moraleja: las autoridades sanitarias advierten que el marketing puede matar , jeje.
Buen día, Ángel.
Abrazo arácnido.
Gracias, es una tontería, para desengrasar de tanta enjundia.
Esto de la informática a veces me desespera, anoche terminé un relato, lo guardé en un disco y ahora no abre el documento, se me bloquea el PC. Bueno, para la tarde.
Bueno..., jo, me comeré las uñas hasta que la informática deje de joder.
jo, pues a mi me caían bien...
Final feliz y Angel son términos incompatibles, yo soy realista, je, je, je.
aunque... yo hubiera hecho lo mismo, quizás yo las hubiera espachurrado con un lápiz, ¿verdad Josean?
Se trata de un infortunado accidente, daños colaterales les dicen.
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