Cuando la gente pedía la cuenta, depositaba una cajita negra, de madera, sobre la mesa y me retiraba a la cocina.
Cuando se levantaban, les abría la puerta y despedía.
Nunca abrí una caja ante quien había dado de comer.
Nunca tuve que cerrar mi taberna.
Nunca tuve que cerrar mi taberna.
4 comentarios:
ojala hubiese muchas tabernas como la tuya...significaría tanto para mí.
Antes esto se daba más; ahora, la confianza en los demás es algo a extinguir. Gracias al capitalismo que hace que veamos al que tenemos en frente como un mero negocio.
"Capital humano", definición demoledora.
Exacto me ocurre cuando escucho eso. A mi jefe le encanta. Solo con eso ya hace que la expresión sea altamente sospechosa.
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