viernes, marzo 24, 2006

La aldea global espectadora. Una autocrítica.

“La perspectiva sobre el futuro (...) presupone que una fracción creciente de la humanidad tiene que se excluida del derecho a la supervivencia, ya sea en términos monetarios, sometiéndoles a políticas corruptas y económicas de expolio, o bien bajo restricciones, cada día más extremadas, al acceso social de los recursos naturales más elementales, como agua, tierra y aire no contaminados.
(...)
La consecuencia última de esta lógica posthumana es la proliferación de la violencia. Una violencia que se manifiesta en primer lugar bajo formas cada día más desesperadas de resistencia suicida de quienes no tienen otra alternativa que morir o matar. Pero que es inherente asimismo a la producción de la industria cultural de Hollywood o a las innovaciones tecnológicas de la industria militar de Los Angeles. Y lo que es todavía peor: ninguna de las expresiones de esta violencia constituyen un obstáculo real para el desarrollo de las economías corporativas: son más bien su principal incentivo mediático, cultural, económico y científico.
(...)
La violencia generada por un desarrollo económico social y ecológicamente insostenible permite redefinir la guerra como aquel sistema naturalizado de destrucción imprescindible para la generación de nuevos mercados, la imposición de nuevas deudas y el expolio de nuevos recursos energéticos, y ofrecer al mismo tiempo el espectáculo de esta lógica terminal como un entretenimiento privilegiado para la masa electrónica de los elegidos: la aldea global.”
Eduardo Subirats. Violencia y civilización

2 comentarios:

Luzamarga dijo...

La globaligringa también debería llevar adherido el mismo mensajito que las cajetillas de tabaco, por cierto.

Esta es la realidad, "manque nos pese".

Angel Martín Fernández dijo...

Sí, a veces es mejor no pensar en ella (en la realidad), aunque es bueno tenerla presente.