viernes, diciembre 30, 2005

De la realidad -la real y la aparente-

En una entrevista en televisión, el filósofo y educador Marina, opinaba que existen determinados juegos electrónicos que representan –y fomentan- situaciones y roles que no se pueden permitir, pedía su retirada del mercado. Se refería a juegos en los que prima la violencia, el maltrato y la crueldad de necesaria utilización para conseguir el objetivo del juego, cuando no son estos el fin en si mismos. Marina como otros muchos intelectuales piensan –han pensado- que negando el Mal, prohibiéndolo, este desaparece. El Mal como bien sabían los orientales y los griegos –más tarde los filósofos europeos- forma parte de nosotros. La crueldad, la violencia, forman parte de nuestra condición de animales, potenciadas, fuera de límite, con nuestra preciada inteligencia.

Y aún vienen los censores embutidos en una aparente sapiciencia a determinar lo juicioso, a conducirnos por el buen camino, mediante la ocultación, fomentando la ignorancia en pos de una educación civilizada –adoctrinada–. Sin observar el origen, la demanda, de esos juegos, que querámoslo o no, reflejan o dibujan parte de lo real. ¿Qué conduce a que? ¿Es la experiencia real, la despiadada realidad, el lema punk “no future” asimilado en toda la cultura, una sociedad asocial, sin relaciones, sin afectividades, disgregada; pero –y esto es lo nuevo- conectada y colmada de ilusorios afectos, entretenimiento, información, evasión por medio de una pantalla? ¿O son los guionistas de aventuras gráficas o juegos de acción los que influyen y determinan el afloramiento de la violencia en la sociedad?

Tras la pantalla un determinado número de personas, seres por los que se puede llegar a sentir un afecto cotidiano, pero con los que no unen vínculos sociales, con los que la ruptura llega con un “clic”. Fácil y aséptico. Rápido. La realidad puede llegar a ser extremadamente cruel, ¿el refugio posible? Lo virtual. Pero cada vez más una virtualidad “interconectada”, una virtualidad que configura la realidad. Realidad que muchos de los siempre censores de lo nuevo no conocen y evitan. Esta nueva realidad virtual socava los cimientos de sus modelos de conducta –y de moralidad- Ante el cambio la negación. Olvidando que la humanidad se ha enfrentado a cambios similares en grandeza, superándolos siempre. Olvidan que el Mal que combaten forma parte de la esencia del individuo, que el combate ha de librarse en el interior no en la prohibición de su representación pública. En la enseñanza de eso que se ha dado en llamar ética, convivencia, autorregulación, responsabilidad.

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