“Nadie renuncia a la libertad para sí, aunque persiga la libertad de otros; ahí esta la diferencia entre ser libre y ser liberal. Donde la libertad ha zozobrado son muy poco libres los liberales. En cambio, los que no disienten campan por sus respetos, aseguran muy serios que no echan de menos la libertad (¡claro!) y abominan del liberalismo. Pero si les cercenasen la que hoy disfrutan o un trastorno los arrojase a las tinieblas exteriores, pronto les oiríamos rechinar los dientes y se acogerían a los principios que hoy les parecen despreciables o falsos. ¿No hemos visto a la Iglesia Católica en los países donde ha perdido su privilegiada situación secular, abrazarse con la libertad, después de haber hecho todo lo posible por destruirla? Es la historia de todos los desposeídos, que no se enteran de que hay injusticias y tiranías en el mundo mientras no las sienten en sus personas.”
AZAÑA, Manuel. Nuevos partidos, libertades viejas, 1924
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