En un reciente programa de televisión pseudocientífico, ante la experiencia de arrojarse desde en avión en vuelo, el presentador, ya en tierra, definía la experiencia como una sensación de total libertad. Llegamos aquí a un equívoco que se mantiene desde que, primero los futuristas italianos, después los nazis, cambiaron (o asociaron) libertad por velocidad.
En el caso de nuestro paracaidista neófito las opciones de elección que poseía, entendiendo la libertad como la posibilidad de elección personal infinita y sin coacción, sólo eran dos: o tirar de la anilla o no tirar. Pero se daba la circunstancia de que el presentador iba adosado a modo de paquete al cuerpo de un experimentado paracaidista lo que dejaba ambas posibilidades de elección, su libertad, en manos ajenas, como en los citados fascismos.
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