viernes, octubre 02, 2009

El Partido

El Partido negaba el libre albedrío del individuo, y al mismo tiempo exigía de él una abnegación voluntaria. Negaba que existiese la posibilidad de escoger entre dos soluciones, y al mismo tiempo exigía que se escogiera la buena. Negaba que tuviese el individuo la facultad de discernir entre el bien y el mal, y al mismo tiempo hablaba en tono patético de culpabilidad y traición. El individuo, ruedecilla de un reloj con cuerda para la eternidad al que nadie podía detener o influir, estaba colocado bajo el signo económico, y el Partido exigía que la ruedecilla se revolviese contra el reloj y le cambiara de movimiento. Tenía que existir en alguna parte un error de cálculo; la ecuación no marchaba.

KOESTLER, Arthur. El cero y el infinito. Destino, 1963.


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