jueves, mayo 04, 2006

El segundo, el que empuja

¡Que feliz fui un tiempo! Empujando tu sillita por caminos, praderas. Corríamos persiguiendo la sombra de los pájaros. ¿Recuerdas cuando intentábamos atropellar a los gatos que salían a nuestro paso? Eran listos, más rápidos que nosotros, sólo teníamos una oportunidad: la primera, cuando se acercaban confiados a restregarse por mis piernas y tus ruedas; gritabas: ¡Ahora! Yo empujaba con fuerza y ¡zas! alguno de ellos huía con algo roto. Después fue diferente: el peso.

Siempre fui el primero de la clase. El año antes de que entrases en el colegio mamá me acompañó. Habló con todos mis profesores. Estudiaba mucho. Suspendí todas las asignaturas. Me decían que era un mal año, que le pasa a muchos chicos, pero, ¡yo no era como los demás niños! ¡Era el primero de la clase! Repetí curso. Sólo para poder estar contigo. Al año siguiente volví a ser el primero, sólo ahí era el primero, en todo lo demás tu ibas siempre delante, tu delante y yo detrás, empujando tu silla.

Siempre estábamos juntos. No podías jugar al fútbol ni levantar la falda a las chicas, no, tenías que permanecer sentado, y yo a tu lado. ¿Qué me importaba no tener amigos?
Mamá siempre pasaba a vernos en los recreos, la esperábamos junto a la puerta. ¡Que besos te daba! Traía dos paquetes de galletas envueltos en papel de aluminio, mientras las comíamos te preguntaba, todos los días: ¿Qué te ha hecho hoy tu hermano? ¿Te ha dejado solito? Es malo. Pero yo nunca te dejaba solo.

Acabamos el colegio. ¡Menuda fiesta organizaron! Todos los chicos bailaban. Hasta Don Francisco se marcó un pasodoble con la de ciencias. Nosotros no bailamos. Susana me lo pidió, pero yo no quería, prefería estar contigo y que mamá, luego, no me pegara. Se nos hinchó la barriga bebiendo limonada. Te measte encima. Las niñas se reían y me puse muy rojo. Querías ir a casa, yo no. Tenía que haber bailado con Susana, mamá me pegó igual, pero... ¡no me dijiste que tenías que ir al baño!

En el instituto mamá ya no iba a vernos en los recreos. ¡Eramos mayores! Nos toco en la misma clase. ¿Recuerdas al Chinas? ¡Que tío! Fue el que te tiró de la silla. Todos nos reímos mucho; tu no. ¿O fui yo el que te volcó?
Al menos eso le contaste a mamá. Tuviste que ir solo unos días a clase, yo no podía, estaba enfermo, me dolía mucho el culo, y la espalda.

Acabamos el instituto. Tu regalo fue una nueva silla, motorizada. Con ella fuiste a la universidad. Ya no me necesitabas. Aquí se separaron nuestras vidas. ¿Qué que hice después? ¿Qué fue de mi existencia sin ti? Eso es algo que te contaré otro día, tenemos mucho tiempo para hablar ahora que te han metido en mi misma habitación. No es un mal geriátrico. Aquí hay tiempo para todo, aunque a ti esto te va a dar lo mismo. ¿Es verdad que no puedes ni levantarte de la cama? ¡Que pena hermano! Toda mi vida esperando un reencuentro, ¿una venganza? Ni eso admite tu mente enferma. Otra vez perdí. Bueno, deja que te arrope, mañana seguiremos hablando.

13 comentarios:

Esther dijo...

Este es el tipo de relatos que suelo escribir yo. Es mi estilo, me gusta..¡qué digo me gusta! me entusiasma.

Angel Martín Fernández dijo...

¿Como qué es tu estilo? Es mío, sólo mío...

Esther dijo...

¿quieres que te mande un cuento y lo compruebas?

Anónimo dijo...

Buen día, Ángel. Ya veo que le hiciste un buen hueco a tus letras.
Y para un relato interesante, como todo los tuyos. Y con tu estilo, por supuesto.

¿Qué tal se presenta el día?. ¿Está tan gris como aquí?.

Abrazo

Esther dijo...

oops! perdón, ¿tan malo es que nuestros estilos sean similares? a mi me parece genial coincidir...

Angel Martín Fernández dijo...

A mí también me parece estupendo esther, es por dar un rato la coña, por esa cosa de las sonrisas.

Gracias Eva, tengo un día de fina lluvia, está bonito, pero estaría mejor disfrutarlo en el campo.

Angel Martín Fernández dijo...

Otra cosa, esther, mándame el relato, please.

Anónimo dijo...

Así debo ser yo: Un tanto retorcido, je, je.

Gracias Jose.

Anónimo dijo...

Bien truk, pues ahí nos vemos.

Azena dijo...

me quito el sombrero... eres un escritor excelente... dan ganas de creerse cada letra...

Anónimo dijo...

Es verídico azena...

Gracias por tus palabras!! No sabes bien como me animan.

Esther dijo...

Es tan necesaria y tan comfortable la presencia del que empuja, que sólo pensar en prescindir de él, es una tragedia ¿sabes? no lo olvides Ángel, ni por un segundo. Ánimo guapo.

Anónimo dijo...

I say briefly: Best! Useful information. Good job guys.
»