viernes, abril 28, 2006

Vida bajo un árbol

“El árbol en cuestión crece en una aldea que se llama Adolfo y está situada cerca del Nilo Azul, en la provincia etíope de Wollega. Es un inmenso mango de hojas frondosas y perennemente verdes. El que viaja por los altiplanos de Africa (...) siempre contempla el mismo y asombroso cuadro que no cesa de repetirse: en las inmensas extensiones de una tierra quemada por el sol y cubierta por la arena, en unas llanuras donde crece una hierba seca y amarillenta, y sólo de vez en cuando algún que otro arbusto seco y espinoso, cada cierto tiempo aparece, solitario, un árbol de copa ancha y ramificada.

[...]

En torno a cada uno de estos árboles solitarios hay una aldea. En realidad, al divisar desde lejos un mango de estos, podemos tranquilamente dirigirnos hacia él, sabiendo que allí encontraremos gente, un poco de agua e, incluso, tal vez algo de comer. Esas personas han salvado un árbol porque sin él no podrían vivir: bajo el sol africano, para existir, el hombre necesita sombra, y el árbol es su único depositario y administrador.

Si en la aldea hay un maestro, el espacio bajo el árbol sirve como aula escolar.

[...]

Cuando llega el mediodía y el cielo se vuelve blanco de tanto calor, en la sombra del árbol se protege todo el mundo: los niños y los adultos, y si en la aldea hay ganado, también las vacas, las ovejas y las cabras.

[...]

Las horas de la tarde son las más importantes: bajo el árbol se reúnen los mayores. El mango es el único lugar donde se pueden reunir para hablar, pues en la aldea no hay ningún local espacioso.

[...]

Cuando acaba el día y todo se sume en la oscuridad, los congregados interrumpen la reunión y se van a sus casas. No se puede debatir a oscuras: la discusión exige mirar al rostro del hablante; que se vea si sus palabras y sus ojos dicen lo mismo.

Ahora, bajo el árbol, se reúnen las mujeres; también acuden los ancianos y los niños, curiosos por todo. Si disponen de madera, encienden fuego. Si hay agua y menta, preparan un té, espeso y cargado. Empiezan los momentos más agradables, los que más me gustan: se relatan los acontecimientos del día y se cuentan historias en que se mezclan lo real y lo imaginario, cosas alegres y las que despiertan terror.

[...]

Al caer la noche el silencio bajo el árbol sólo es aparente. En realidad lo llenan muchas y diversas voces, sonidos y susurros que llegan de todas partes: de las altas ramas, de la maleza circundante, de debajo de la tierra, del cielo. Es mejor que en momentos así nos mantengamos unidos, que sintamos la presencia de otros, presencia que nos infunde ánimo y valor. El africano nunca deja de sentirse amenazado. En este continente la naturaleza cobra formas tan monstruosas y agresivas (...) que el hombre (...) vive sin saber jamás que le traerá el mañana. (...) El africano es un hombre que desde que nace hasta que muere permanece en el frente, luchando contra la –excepcionalmente malévola– naturaleza de su continente, y ya el mero hecho de que esté con vida y sepa conservarla constituye su mayor victoria.”

Riszard Kapuściński. Ebano

12 comentarios:

Luzamarga dijo...

Qué buen texto, Angel. Gracias por compartirlo.

Nosotros, europeitos acomodados en el estado del "bienestar", olvidamos lo que es de verdad importante en la vida.
Sombra de árbol para el futuro si es que queremos futuro.

Ahora recordé que, al lado de mi casa, han arrancado tres árboles con hojas marrones, que no verdes (ni idea de qué eran, ni pajolera idea de botánica), que estaban preciosos, para hacer un aparcamiento para autobuses...
Increíble, pero cierto.

Buen finde otra vez, Angel. Sé feliz.

Angel Martín Fernández dijo...

En mi ciudad es cosa habitual, sufrimos un alcalde arboricida.

La cuestión, tal como dices, es que nos hemos olvidado de lo importante.

Merece la pena todo el libro, es una maravilla, un documento casi de obligada lectura para los europeos, para entender, un poquito, Africa.

Que lo pase usted bonito.

Luzamarga dijo...

Casi siempre sigo tus consejos "bíblicos". ;)

Que lo pase uste mejor.

Beso bantú.

Angel Martín Fernández dijo...

Este consejo es realmente bueno, no te arrepentirás, está publicado en Anagrama.

¿Como serán los besos bantúes?

Luzamarga dijo...

Muy acalorados, mínimo.....

Luzamarga dijo...

...seguidos de alguna danza color tierra

Angel Martín Fernández dijo...

Baile y calorcito, me gusta la mezcla.

Tocó diana!!!

Hasta el martes.

Dim dijo...

peazo artículo, Angel. Mándaselo a Gallardón, que se quiere cargar todos los árboles del Paseo del Prado para hacer "una gran avenida digna de Madrid". Yo es que de verdad, no entiendo a todos estos alcaldes arboricidas.

mir dijo...

angel, estuve apenas 30 horas en salamanca, de las que 17 me las pasé durmiendo...

sorry :(, podría haberte dicho algo

Anónimo dijo...

No lo decía por eso, ¿te gustó la ciudad tormesina?

Anónimo dijo...

Totalmente de acuerdo Ángel, es un libro que hay que se puede recomendar sin miedo a equivocarse, merece la pena.

Anónimo dijo...

Super color scheme, I like it! Good job. Go on.
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