lunes, abril 10, 2006

Negras primaveras

Treinta años de supuesta democracia para que al comienzo de cada primavera, cuando el latente resurgir de la vida se hace presente, aparezcan por las calles siniestras cofradías ensalzando muerte.

La vista perdida entre brotes ensoñadores, flores palpitantes, aves reinterpretando a su manera el amor cortés, se topa de repente con seres flagelados, hombres de ocultos rostros que pregonan sus pecados para escarnio de una masa enfervorizada que sigue con atención el devenir de antorchas, cadenas y retratos de seres sangrantes agonizando ante la cruel mirada de sus torturadores; todo ello amenizado por lamentables marchas militares.

Cada año, en las calles públicas los católicos nos invaden con su visión agónica del mundo imponiendo a propios y extraños la carga de su amortizado pecado original, recordando a los ciudadanos su pretérito poder de imperios y cruzadas en nombre de un dios –Cristo– al que detestan.

13 comentarios:

Luzamarga dijo...

Pero nadie ve más allá de la pura parafernalia. Estamos tan acostumbrados a ver semejante show de las torturas que le hicieron a un pobre hombre en el pasado, que hasta llevamos a nuestros hijos desde bien pequeños a que lo vean.
Y nos quedamos tan felices; y después nos vamos de bares a lucir nuestras mejores galas.
Imagino qué dirían las "buenas gentes" de la religión católica, si otras religiones (islamistas, pongamos) tomaran las calles para exponer a algún dios suyo masacrado.

Te dire mi verdad: estos días de Semana Santa, estar en esta ciudad en la que vivo, me da vergüenza ajena. Y quizás también odio visceral.

(¿Cómo te fue el finde?)

Abrazo

Anónimo dijo...

El fin de semana bien, tranquilito.

Resulta aberrante que en nombre de una supuesta cultura (religión) se ocupen unas calles que nos pertenecen.

Luzamarga dijo...

Te noto...triste?, enojado?, o es una mala apreciación mía?.

:( tás fadao con me?

Anónimo dijo...

Contigo no, que va, no tengo razón alguna. Estoy encabronado con mi compañera de trabajo que no deja de tocar los cojones. Dios, que ganas tengo de no volver a ver a toda esta gente.

Luzamarga dijo...

Vaya, lamento tener un instinto tan acertado.
Anda, no mires a las paredes del túnel, mira sólo la lucecita del final.

Beso balsámico.

Anónimo dijo...

Si que tienes buen instinto, sí.

Esto es demencial: una pequeña habitación en la que las normas de la razón no rigen; en la que me reprochan que me pille una puta semana de vacaciones que me corresponde desde el año pasado. Putos infelices que tratan de contagiar sus miserables efluvios a los que tenemos vida fuera de este antro.

Luzamarga dijo...

Pues no te dejes contagiar, corazón. Ante los malos efluvios, una sonrisa de oreja a oreja, que les jode mucho. Anda y que rabien.

Anónimo dijo...

A veces me pillan con la guardia baja, es jodido tener que estar todos los días con lo mismo, despertar en casa y pensar en que mierda personal me tocará aguantar hoy en el trabajo; vestir la armadura y aguantar chaparrón; cada vez pienso más en que no merece la pena, menos aún por dinero, pero de momento no me sale otro trabajo y no puedo estar sin currar, necesito cuartos para pagar comida y alquiler.

Luzamarga dijo...

Compruebo (y no sé si sea digno de alegrarse por ello, supongo que no), que compartimos alguna miseria que otra. Joder, que parece que hablas de mi vida¡¡¡...

En fin, Ángel, no sé si te sirve de mucho (espero que sí al menos no saberte solo en el mismo mal), pero aquí estoy, para lo que gustes soltar para que pese menos.

Sal de ahí y olvida.

No estará demás otro beso.

Anónimo dijo...

Gracias Eva. Por hoy he tenido suficiente me voy a echar un parlao con mis amigos.

Un besazo, hasta mañana!!

Anónimo dijo...

es lo que hemos heredado de un pueblo con miedo. Ya sabemos que el hombre necesita algo en lo que creer, un mártir a quien adorar y ese es nuestro legado. Creo que sabes cuál es mi opinión. Me parece todo una gran mentira. Pero en el fondo, me gusta la liturgia, disfruto viendo esa gran mentira, lo veo como quien ve una obra de teatro. Me encanta que me miren y me consideren una hereje (como me llamaba mi abuela, supongo que me quemarían en una hoguera, me encanta el fuego.

Angel Martín Fernández dijo...

La cuestión es que con "representaciones" como las de la Semana Santa lo que intenta la Iglesia es recordarnos ese miedo para tener que seguir recurriendo a su protección.

A mi también me gusta el fuego.

Te leo bien hoy Beatriz (mejor que ayer, me alegro)

Anónimo dijo...

Vaya, la visión agónica y sangrante del mundo, la he visto más bien en los comentarios anteriores. Qué ganas de autocompadecerse. Joder, ¿estáis "tan bien" que no necesitáis de Dios? No lo parece en absoluto. Hay espacio para todos. Respetad si queréis ser respetados.
Saludos.