sábado, octubre 20, 2007

Un par de botas

Por estar en la montaña sólo se podía acceder al pueblo caminando o a lomos de alguna caballería. Tal aislamiento había parido multitud de disminuidos, pero la bondad y compromiso de los vecinos habían logrado que salieran adelante.

El zapatero, antes de morir, enseñó a los primeros cómo fabricar calzado, estos enseñaron a los que iban llegando. Los disminuidos proporcionaban calzado a todos los habitantes de la población. Cierto que no era un buen calzado, pero pasaban por alto este detalle, eran una comunidad y todos debían ayudarse. Se acostumbraron pronto a sustituir mas a menudo sus zapatos.

El viajero alcanzó el pueblo para aprovisionarse y continuar camino. Llegó a la zapatería y pidió un par de botas. Al ver su baja calidad y alto precio se sintió ultrajado. Trataron de calmarlo y explicarle la humanitaria razón del asunto, pero a él le era indiferente quién las hubiera fabricado, eran malas botas y tenía que continuar camino.

No hay comentarios: