martes, junio 05, 2007

Soporíferos rencores

Tras las condenables medidas de “limpieza de sangre” impuestas en Polonia por sus gemelos dirigentes Kaczynski, el señor Manuel Trallero (Kapuscinski, ora pro nobis. La Vanguardia, 4 de junio de 2007) parece aprovechar la coyuntura para ajustar las cuentas con el recientemente fallecido Ryszard Kapuścińki. Según Trallero ha de ser defenestrado de las escuelas de periodismo en las que se le estudia injustamente, máxime ahora, cuando él ha conocido que trabajó para el servicio de espionaje comunista. Si hubiera resistido al sopor que le produce su lectura se podría haber enterado en palabras del propio Kapuścińki de ese mismo dato. Entre los años 1967 y 1972 Kapuścińki elaboraba tres escritos sobre cada reportaje, uno para los servicios secretos, otro para el periódico en que trabajaba y el último para sí mismo. Sigue Trallero con sus acusaciones, mezclando y generalizando, como sólo un buen demagogo es capaz, acusando a toda la izquierda de un cinismo inherente agravado por la injusta condena que hacen esos mismos izquierdistas de los colaboracionistas de derechas, un nuevo recurso al manido “y tú más”. Su denostado y soporífero escritor trataba de ser la voz de los que no la tienen: los pobres, no sólo se preocupaba de pagar una hipoteca; según parece el idealismo es, al igual que el ser de izquierdas, un grave pecado para el señor Trallero.

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