lunes, enero 30, 2006

Popularismo y varas de medir

Desde las mismas páginas, las mismas plumas, que acusan escandalizadas el auge–y triunfo–del populismo en Sudamérica, representado de forma demoníaca por “orangutanes” e “iletrados indios cocaleros”, animan–y defienden–al uso del referéndum, planteado desde las filas populares, sobre eso que han dado en llamar “geografía del estado” (del estado de ánimo), camuflado de una estúpida–falsa e irreal–búsqueda de igualdad inexistente entre, por ejemplo, ellos–políticos aforados–y nosotros–ciudadanos desaforados–, entre divinos derechos de cuna y herencias inexistentes–o deudas prenatales–.

Defensores de la democracia de fusil–preventiva–, animan ahora, desde sus púlpitos, a la más baja demostración de populismo rampante, a la muerte de la democracia representativa, del diálogo constructivo–y del otro–, muerte, en fin, de lo que tanto ha costado “imponer” y hacer comprensible al común: la política, su necesidad–actual–, y todo lo que de ella deriva.

Animan pues al referéndum, al bipolarismo, a la ausencia de matices, a una de las más arteras muestras de su denostado–en otros–populismo.

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